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Novedades y temas de carácter sexual atinentes a cuestiones que se plantean y analizan en el Uruguay

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La edad de la primer experiencia



Hay cosas que cambian y otras que se mantienen si se habla de la iniciación sexual de los adolescentes uruguayos. En los últimos años el debut es cada vez más temprano.El estudio Ser mujer y ser varón adolescente en Uruguay, realizado en 2009 por las ONG Iniciativa Latinoamericana (InLatina) y Aire.uy señala que, entre casi 800 jóvenes de entre 13 y 18 años, los varones ya sexualmente activos tuvieron su primera vez a los 14,2 años promedio, mientras que las mujeres lo vivieron casi a los 15. Según un compilado de investigaciones que InLatina resumió para Unesco en 2004, en los años 90 la edad del debut rondaba los 17 años; y en el segmento de población de entre 18 y 35 años, los varones declaraban su inicio a los 15 y las mujeres a los 19. Más allá de las estadísticas, esta menor edad "es una clara percepción clínica", afirma el psiquiatra y sexólogo Carlos Moreira, director de la Clínica Masters.

Paralelamente, en una investigación realizada por el Grupo de Diarios América (GDA) en once países de la región, se señala que, si bien la mayoría de los uruguayos declara haber tenido su primera experiencia sexual entre los 16 y 18 años (44,6% frente a 41,5% promedio de toda la región), el porcentaje de adolescentes uruguayos que dicen haber debutado en la franja de entre los 13 y 15 años (22,4%) es el mayor de todos los países relevados.

"Los inicios más tempranos tienen que ver con que vivimos en una sociedad hipererotizada e hipersexualizada", señala el sociólogo Juan José Meré, hoy asesor sobre Sida para el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa, por la sigla en inglés) y corresponsable de este estudio de InLatina y Aire.uy. Otros expertos agregan que, de la mano con la sociedad tan sexualmente estimulante, la presión del entorno social empuja a los adolescentes a debutar lo antes posible. Que las "barras" influyen es innegable. No en vano, la investigación del GDA indica que en Uruguay, más que en ningún otro país de la región, los "amigos de igual edad" son la principal fuente de información sexual de los adolescentes (ver nota aparte). Y Moreira señala que la presión de la barra de amigos sobre el integrante que aún se mantiene virgen "tiene una enorme gravitación, especialmente entre las chicas".

EDUCACIÓN. Hay relaciones que se cumplen a rajatabla y en la que coinciden todos los especialistas en este tema: a más información que el adolescente tenga sobre sexo, más tardía y en mejores condiciones será su primera experiencia sexual. Meré destaca otros resultados que arrojó el estudio de 2009. Uno de ellos refiere a las diferencias por estrato socioeconómico: en los medio-bajos, el porcentaje de "iniciados" entre los 13 y 18 años es casi el doble (51,8% a 28,5%) que en sectores medio-altos, además de ocurrir un año antes (14,3 de promedio contra 15,3). "Eso quiere decir que hay un manejo diferente de la sexualidad, que las condiciones de vida y las familiares tienen su incidencia", explica.

Al respecto, la psicóloga y sexóloga Carolina Villalba matiza: "Quien tiene una buena contención familiar, un marco afectivo y una educación sexual adecuadas, más allá de su clase socioeconómica, tendrá más herramientas para poder decidir tener su inicio sexual en el momento justo, de acuerdo a las condiciones más favorables y esperadas". Esta experta afirma que las chicas apelan más a la familia o a los centros educativos para informarse, mientras que los varones prefieren consultar con sus pares o en Internet.

Si la educación, digamos, "no formal" es la mayor fuente de información sexual, ¿qué pasa con la formal? Diego Rossi, coordinador del Programa de Educación Sexual del Codicen, señala que todos los liceos públicos del país tienen un docente referente en el tema, y que desde 2008 se ha capacitado a unos 6.000 maestros. El programa habla de reproducción, género, sexualidad y diversidad. "Siempre aspiramos a que todos los docentes del sistema educativo estén formados en esta temática. Sabemos que es imposible porque, bueno... son temas difíciles de cubrir", reconoce. "Pero podemos afirmar que la mayoría de las instituciones educativas del país están brindando formación e información de relevancia". Los expertos consultados señalan que, además de enseñar, este ámbito debería canalizar las dudas que le surgen a los adolescentes en otros ámbitos, y que aún le queda mucho camino por recorrer. "Está cumpliendo un factor importante, pero insuficiente", señala Meré.

Otro factor que resalta Meré es la aproximación de la edad de inicio entre mujeres y varones. En los `90 había estudios que hablaban de una brecha de cinco años; ahora hay trabajos donde se habla de apenas uno. Así, el terapeuta sexual y sexólogo clínico Santiago Cedrés, opina que dos realidades se acercan: ellas se inician antes y ellos empiezan a incluir "sentimientos amorosos" a la hora del primer encuentro, antes terreno sobre todo femenino. "La iniciación sexual es cada vez más democrática", resume.

VIEJOS MANDATOS. Ser más democrática no significa que los viejos prejuicios se hayan venido abajo.El propio Cedrés sostiene que la democracia no ha impedido que la "doble norma" en materia sexual para chicos y chicas viva y luche, así en 1930 y en 2012 también. "Esa actitud cultural gratifica al varón y discrimina a la mujer en cuanto dota de mayor libertad sexual al primero". Si bien la virginidad ha perdido casi toda su buena prensa, a ellas se les sigue inculcando que el sexo tiene que estar vinculado al amor para ser socialmente aceptable, mientras que los varones carecen de esa presión social.

En Ser mujer y ser varón... se indica que aproximadamente 82% de las chicas de todos los estratos sociales tuvieron su primera relación sexual con su "novio", y casi 57% lo hizo por "amor".

Por otro lado, entre los varones la motivación principal fue "atracción y deseo", con 55,8% (¿amor?: 24%); la primera vez de ellos se reparte entre una "amiga" o "pareja ocasional" (43,5%) y una novia (42%). Para Meré, esto es un indicador que los mandatos sociales se mantienen.

"Los varones hoy tienen mayores posibilidades de que su pareja acceda a tener relaciones, y tenerlas en ese marco es preferido", dice Villalba. Eso no significa que haya prácticas perimidas. La investigación de 2009 arroja que 14% se inició con una trabajadora sexual (en los años `90 se hablaba de 28%), proporción que crece a uno cada cuatro en los estratos medio-altos. Ir a los prostíbulos para "hacerse hombres" aún no quedó en la prehistoria. También se indica que 2,6% de los jóvenes encuestados "debutó" con alguien de su mismo sexo.

Hay cosas que han cambiado, según Meré, para bien. El 86,3% de los adolescentes entrevistados en 2009 utilizó algún método de protección en su primera vez; entre ellos, 90,5% usó preservativo, con su doble prevención de embarazos y enfermedades de transmisión sexual. "Eso es un dato fantástico, que demuestra el cuidado particular de estos jóvenes que nacieron en la generación del VIH". Y hay cosas que no van a cambiar jamás, coinciden los expertos: previo a su iniciación, el varón estará ansioso y asustado ante un mal desempeño; la mujer le agregará el miedo al dolor y al sangrado. Hay otra cosa que deslizan los que saben y que suscribe cualquier hijo de vecino: la segunda vez siempre es mejor.

Pares de la misma edad, la mayor fuente de datos

"Yo las primeras nociones de sexo las aprendí escuchando a mis amigos. Con mis padres me avergonzaba hablar de sexo y en el liceo al que iba, privado y católico, enseñaban lo de la reproducción y chau. Que se podía hacer por placer y esas cosas, lo supe por amigos más `avivados`. Y debuté a los 16 años con una novia, ¡que casualmente iba al mismo liceo que yo!". Aníbal (25), diseñador gráfico, es el claro ejemplo de una realidad existente: en este país, guste o no, la "barra" es la principal fuente de información sobre sexo.

El 32,7% de los uruguayos tiene los "amigos de la misma edad" como la principal fuente de información sexual, según el Estudio de Hábitos Sexuales del Latinoamericano realizado en 2010 y en 11 países por el Grupo de Diarios América (GDA). Estos vínculos sociales son la fuente primaria tanto para hombres (38,4%) como para mujeres (27%). También es el porcentaje mayor para ese ítem entre todos los países de la región, en la que esa opción está ubicada segunda con 24,2%.

En la compulsa del GDA, apelar a "libros, revistas o periódicos" es la fuente de información sexual más utilizada por 28,1% de los casos en toda la región; en el caso particular de Uruguay, esas herramientas están en un segundo lugar: 16,3%. En ese rubro, se puede inferir que está presente Internet.

Los profesionales reafirman esa conducta. "Como todo lo adolescente, (el aprendizaje sexual) es un fenómeno esencialmente grupal. Sus padres `enseñan` muy poco. Solo van a ellos a confirmar algo que adquirieron afuera", señala el psiquiatra y sexólogo Carlos Moreira.

"Es la educación no formal la que cuenta con mayor protagonismo en la vida de los adolescentes: el grupo de pares y la búsqueda por Internet", agrega en tanto el terapeuta sexual Santiago Cedrés.

Desglosado por sexo, las mujeres uruguayas han consultado sobre estos temas a sus madres más que el promedio regional

(20,9% aquí; 15,2% en América Latina); lo mismo puede decirse de los hombres uruguayos con sus padres (10,6% acá: 6,5% en la región).

Solo 7,6% de los uruguayos tuvo a sus "profesores en el colegio" como sus fuentes de información sexual (en toda la región, esto significa el 8,1%). Y, posiblemente por causa de mandatos sociales aún vigentes, mientras 11,4% de las mujeres uruguayas aprendió sobre sexo sobre todo gracias a su pareja masculina, la situación inversa solo se da en 3,5%.

LAS CIFRAS

44,6%

Son los uruguayos que se inician sexualmente entre los 16 y los 18 años; en la región, es 41,5% (GDA, 2010).

22,4%

Uruguayos que se iniciaron sexualmente entre los 13 y los 15 años; en la región, estos son el 17,8% (GDA, 2010).

14,19

Edad promedio de iniciación en contextos sociales medio-bajos; en medio-altos es 15,29. (InLatina y Aire, 2009).

14,33

Edad promedio en años del debut sexual de los varones en el país; en las chicas es 14,95. (InLatina y Aire, 2009).

56,8%

Chicas que dijeron que el inicio fue por "amor". En ellos primó "atracción y deseo": 55,8% (InLatina y Aire, 2009).

Pareja y celular

 
 
 
Conflictos muy reales de pareja generados por la tecnología.

¿Cuánto cotiza como pareja?


Si tomáramos el mundo de las relaciones amorosas cual un enorme mercado de consumo, en el que cada persona cotizara según sus cualidades como posible pareja, digamos, del 1 al 10, y sumando puntos por atractivo físico, inteligencia, nivel educativo, calidad de su empleo, seguridad, buen humor, prestancia, simpatía... ¿cuánto valdría usted? ¿Y con cuánto puntuaría a su actual pareja o a esa persona que le gustaría que lo sea? El mismo candidato, ¿cotiza igual para usted que para su vecino?

Esto es lo que estudia la psicología evolutiva, que hoy, con las novedades de la tecnología y el mundo sexual revolucionado, ha tomado nota de cambios significativos en los motivos de selección de pareja.

Tradicionalmente, los criterios femeninos y masculinos estaban -al menos en los papeles- bastante delineados: en sus estrategias de cortejo, las mujeres seducían por el atractivo físico y los hombres por el estatus (es decir, la autoconfianza, la postura corporal segura), ya que esos serían indicios de estabilidad, seguridad y capacidad para ser un buen padre.

Los tiempos modernos han confundido las cosas. Ya no es confiable para el varón fijarse en las caderas o la cintura de una mujer para identificar si podrá quedar embarazada (como, según explican los expertos, hacían los hombres primitivos); la cirugía plástica arruinó ese indicador. De la misma manera, el hombre puede tener elementos de estatus sin ser muy proveedor. Por eso, se habla de incorporar nuevas variables a tener en cuenta.

La sexóloga Carolina Villalba lo ve así: "Los mandatos sociales, culturales y religiosos siempre condicionan la posición del varón o la mujer frente a la seducción. Los códigos del momento van a determinar qué se elige o qué se pone en juego a la hora de elegir una pareja. En la época primitiva, lo importante era la reproducción. Hoy, de alguna manera, se pone en juego lo mismo: ver si la pareja será buena en lo que se espera para el desarrollo de la vida, si quiere tener hijos, si quiere desarrollar la faceta profesional. Es decir, si el otro encaja en nuestro proyecto de vida. La tendencia a la autoprotección y a generar un marco del mayor éxito posible para el proyecto de vida es lo que condiciona siempre la elección de la pareja".

Pero cambios hay. Y la mayoría devenidos a partir de una única y enorme revolución, la mayor del siglo XX, como apunta el psicólogo de parejas Álvaro Alcuri. Para él, lo que elegimos a la hora de seleccionar compañía no ha variado; lo que sí se modificó es lo que mantiene a ese dúo unido. "Lo que nos mantenía juntos hasta principios del siglo XX eran convenciones sociales, culturales o la situación material que hacía que la mujer dependiera del hombre. Luego sucede lo que José Pedro Barrán y otros identificaron como la mayor revolución exitosa del siglo XX, la revolución femenina, que le dio a la mujer un lugar completamente inédito en la historia, la sacó de la posición de dependiente, sumisa, mantenida por el hombre y le dio autonomía, acceso a la educación, al trabajo, y hasta a los orgasmos. Eso revolucionó las razones por las cuales estar juntos".

Villalba coincide en que el nuevo posicionamiento de la mujer modificó el panorama, pero señala que todavía hay muchas que siguen el modelo anterior. "Estamos en una etapa de transición y como tal es compleja. Hay mujeres que todavía buscan a un hombre tradicional, son dependientes, mantenidas. Creo que en nuestro momento histórico conviven varios modelos y hay ambivalencias terribles, se generan cosas muy bravas. Lo vemos en chicas que no logran definir qué quieren de un varón, entonces les cuesta mucho conseguir una pareja. Por un lado, todavía conviven con el modelo de la mamá y la abuela: buscan el hombre tradicional, y por otro lado, se resisten a eso, porque están en una generación donde tienen que marcar otro paradigma para la mujer. Por un lado, quieren un hombre contenedor, pero también quieren dominar, y no perder la independencia". La sexóloga asegura que esa dinámica está afectando también al hombre, "que empieza a sucumbir frente a la atracción del poder femenino. Villalba hasta describe un cuadro llamado "trastorno del cortejo", que ve con frecuencia en su experiencia clínica, y que consta de varones que no logran seducir a las mujeres; de hecho, la sola perspectiva de esa situación les puede generar un ataque de pánico.

 

¿A CUÁNTO COTIZA USTED?

 

 Es que la situación de cortejo cambió. Una de las nuevas variables que más se están estudiando es lo que los evolucionistas llaman el mate value (en inglés, algo así como "el valor de compañero"). ¿Recuerda el ejercicio al inicio de este artículo? Pues se trata justamente de eso: la nota que tendrías si estuviera en el mercado del emparejamiento. "Tiene que ver con cuál sería tu valor en ese mercado", explica Maryanne Fisher, doctora y profesora del Departamento de Psicología de la Universidad de Saint Mary, en Canadá.

Fisher es una de las psicólogas que más han investigado el tema del mate value, y creó una escala que permite medirlo tomando en cuenta aspectos como la personalidad, la sociabilidad, la paternidad/maternidad, la riqueza, la apariencia física, la promiscuidad, el miedo al fracaso y la sexualidad, entre otros. Por extraño que suene, lo cierto es que se han hecho diversos estudios para evaluar el impacto del mate value sobre la selección de pareja. Los especialistas han llegado a ciertas conclusiones. Por ejemplo, de manera general las parejas más exitosas son las que tienen un mate value similar.

David Buss y sus estudiantes de la Universidad de Texas también se han interesado en el mate value. En 2008, publicaron un estudio que demostraba que las mujeres con un mate value alto, sobre todo en la apariencia física, eran más selectivas a la hora de elegir una pareja. Buss estudió a 107 matrimonios que llevaban menos de un año casados y les preguntó qué era lo que más esperaban de su pareja. Se confirmó que para las mujeres el estatus y los recursos de los hombres eran más importantes que su apariencia, y para ellos, en cambio, este último criterio seguía dominando al momento de la elección.

La propia Fisher cuestiona la validez de los datos reunidos hasta ahora. Explica que pese a ser una psicóloga evolucionista, cree que las normas sociales y culturales juegan un rol fundamental en el comportamiento humano y en la manera en que nos percibimos. "Hoy estamos en una época en que las mujeres trabajan predominantemente y no tienen que depender de los recursos de un hombre como se presume lo hacían hace dos millones de años. Entonces me pregunto cómo los recursos de las mujeres afectan el mate value masculino. Quizás hoy los recursos que tiene una mujer sean un elemento importante para ellos a la hora de elegir", señala.

Cuenta, para ilustrar los cambios actuales, que leyó recientemente un artículo que daba cuenta del fenómeno que está ocurriendo en China, donde hay muchos más hombres solteros disponibles que mujeres. Eso ha llevado a que ellos no sólo se preocupen de ser exitosos y tener recursos, sino que están aprovechando una enorme industria para mejorar su apariencia física, un aspecto que supuestamente las mujeres no toman tanto en cuenta.

 

Modelo que no atrae sexualmente

 

Eso de que el hombre propone y la mujer dispone, "es tal cual", asegura la sexóloga Carolina Villalba, quien afirma que, en todas las etapas de la evolución, siempre fue la fémina la que eligió con qué varón quedarse, aún en las épocas en las que la decisión era precedida de presiones. "Antes los padres le elegían al candidato, o ella lo elegía por conveniencia, y eso era triste, pero si lo pensamos era `a favor` de la mujer, en el sentido de que supuestamente se pensaba en lo mejor para ella. El hombre no tenía que desplegar nada, porque con ciertas herramientas -dinero, poder, posición- tenía la mujer que quería. Lo que le daba trabajo era adquirir esas herramientas. Hoy no es tan así, porque si la mujer ya tiene dinero, poder y posición por sí sola, no le llama tanto la atención en otro o no es lo que busca, por lo que el hombre tiene que poner en juego otras herramientas".

Sin embargo, observa Villalba, esto conlleva una ambivalencia peligrosa. "Si él adopta otra postura -que sería la contraposición de lo que aprendió hasta ahora-, más dócil, más servil, más pasivo en la convivencia, lo que vemos (en la consulta) es que la mujer no reacciona positivamente en cuanto a la atracción, al deseo sexual puro. No a lo racional, sino a la compulsión. Una cosa es lo racional -quiero que colabore en la casa, etc.-, pero por otro lado, no le ha dado el tiempo todavía de desarrollar la capacidad de sentir atracción -la pulsión sexual- que se determinó durante siglos por el otro modelo".

 

Al enamorarnos, no vemos lo real

 

Para el psicólogo Jorge Bafico, no hay variables determinantes para enamorarse "más allá de determinadas pautas culturales y sociales que influyen", entre las que, sí, se cuenta el dinero. No obstante, apunta, "los estereotipos socioculturales de la feminidad y de la virilidad están en pleno cambio. La sociedad hoy impulsa a los hombres a expresar sus emociones. La frase `los hombres no lloran` parece no tener consistencia. Hay una tendencia de que el hombre pueda mostrar sus emociones, feminizarse; las mujeres en cambio, se encuentran en una especie de `empuje al hombre`, reivindicando la igualdad de los sexos en todas las áreas".

La aparición de cambios como el casamiento entre personas del mismo sexo es una muestra de la movilidad de estos paradigmas, asegura. "Las frases tradicionales: `el casamiento es para toda la vida`, `un hombre lo que necesita es una mujer`, ya no responden al escenario amoroso. Pero más allá de estos cambios rotundos, la naturaleza del amor sigue siendo la misma: es una necesidad intrínsecamente humana, vital e inconsciente, de una complejidad laberíntica que desvanece muchas veces a la realidad. Nunca en el momento de enamorarnos vemos el objeto real sino aquello que creemos ver en el otro. Por suerte, el amor sigue siendo un enigma", concluye.

 

Consumir el amor como un producto

 

"Hoy todo el mundo está muy enfocado en buscar una especie de candidato ideal; las personas están eligiendo pareja como quien elige un limpiavidrios, un desodorante o un par de zapatos", reflexiona el psicólogo Álvaro Alcuri, quien está preparando un libro sobre el tema. Y continúa: "Todo el asunto es a quién elijo. Si elijo a la persona correcta, considerada casi como un producto, eso me augura una buena vida en pareja. Eso es radicalmente falso, porque idealizamos al otro como alguien que me tiene que satisfacer y garantizar la felicidad. Y eso es una filosofía más de consumo que de compromiso con un vínculo. Obviamente esa idea de pareja estalla; el vínculo no puede perdurar cuando creemos que no tenemos que poner nada y exigirle tanto al otro. Exigimos más como un consumidor le exige prestaciones a un 0 kilómetro, sin entender que nosotros estamos poniendo cada vez menos. Nos falta comprometernos más. Es algo que pasa hace tiempo, pero se ve mucho en el consultorio y la gente no suele ser demasiado consciente de eso".

 

Diferentes reacciones de ellos y ellas

 

En los `80, se realizó un experimento que consistía en invitar a personas del sexo opuesto a tres tipos de actividades: tomar un café juntos, conocer su departamento o tener sexo. La respuesta mayoritaria en los hombres fue tener una relación sexual o conocer el departamento. Las mujeres, en cambio, respondieron masivamente que querían tomarse un café. Para los evolucionistas, ésta fue una prueba de que las mujeres son selectivas al formar pareja y los hombres siempre están listos para una relación sexual y reproducirse.

Por otro lado, un estudio midió las reacciones fisiológicas de hombres y mujeres frente a la infidelidad. Se notó que la respuesta femenina era más bien depresiva, de inactividad y retraimiento, mientras que en el hombre registró una reacción más agresiva.

Cuando el amor es algo que ya no se hace entre dos



 
 
DANIELA BLUTH

 

La cuestión suele ser más o menos así: después de pocos o muchos intentos, con la primera orina femenina de la mañana aparece la famosa frase que dice "dos rayas embarazo, una raya un simple retraso", luego la llamada al obstetra, la orden para un examen de sangre y una consulta médica de control. A partir de allí, comienza un camino sin retorno en el cual el sexo nunca volverá a ser de a dos sino, por lo menos, de a tres.
Durante los nueve meses de gestación y los 40 días de puerperio, sobre todo la mujer, pero también el hombre, pasan por distintos estados físicos y emocionales que afectan su relación en la cama. Aparecen los miedos y las dudas, casi como olvidándose de que todo embarazo empieza con el acto sexual. "Varias investigaciones han concluido que durante esta etapa la mayoría de las parejas sufre un deterioro sexual muy significativo, con un índice importante de insatisfacción por parte de ambos", dice el médico sexólogo Santiago Cedrés.
Años atrás, mantener relaciones sexuales durante estos meses era considerado algo incómodo, peligroso e incluso indecente que ni siquiera merecía un capítulo en los libros de obstetricia. Hoy, en cambio, las consultas son un clásico de cada control con el médico. El ginecólogo Alegre Sassón dice que "no hay una paciente que no pregunte algo respecto a la sexualidad, porque muchas veces no saben cómo encararla".
A continuación, mitos y verdades que se escuchan en la intimidad del consultorio.

MITO: Tener relaciones en el primer trimestre puede provocar un aborto.

FALSO.

Las relaciones sexuales son "aconsejables", dice Cedrés, ya que tienen "grandes beneficios orgánicos, psicológicos y afectivos" para la pareja. La única sugerencia, aclara Sassón, es no comprimir el vientre durante la relación sexual, sobre todo después del cuarto mes.". También les decimos que tengan la relación con cierta tranquilidad, porque se puede ocasionar algún sangrado local". Hay mujeres que luego del sexo sienten contracciones, lo que puede vincularse a la presencia de prostaglandina, una de las sustancias que compone el semen y que provoca la contracción uterina. En esos casos se recomienda el uso del preservativo.

MITO: La libido de la mujer aumenta durante algunos períodos del embarazo.

VERDADERO.

Es frecuente que durante el segundo trimestre el deseo femenino aumente. "Como hay una secreción hormonal muy importante y la vulva está muy congestiva, incluso la zona del clítoris, la excitación se puede lograr bastante fácilmente", explica Sassón. Sin embargo, todos estos cambios está sujetos a otros, los emocionales y psicológicos, que afectan el ánimo de la futura mamá. Según Cedrés, estudios indican que 54% de las mujeres experimentan una disminución de la libido durante el primer trimestre como consecuencia del cansancio, las náuseas y el dolor en los pechos. Entre el cuarto y el sexto mes, "se vuelve a la sexualidad previa al embarazo o bien se disfruta del sexo como nunca". Durante la etapa final la sexualidad vuelve a estar comprometida: en el último mes sólo 25% de las parejas continúan con su vida sexual. El esquema que resume el interés sexual suele ser: "menos, más, menos".

MITO: El bebé percibe la penetración.

FALSO.

La relación sexual se realiza en la vagina y el feto está contenido en el útero, dos órganos diferentes, señala Sassón para explicar por qué es imposible que el bebé sienta la penetración. Sin embargo, el feto sí siente las emociones, como el placer o el estrés. Las reacciones fetales (movimientos lentos durante el acto sexual y un "furioso pataleo" después del orgasmo) se deben pura y exclusivamente a la actividad hormonal y uterina. En el último período, cuando la cabeza del bebé ya está encajada en la pelvis, la "penetración profunda", coinciden los médicos, seguramente no sea agradable para la pareja.

MITO: En las últimas semanas, tener sexo puede desencadenar el parto.

VERDADERO.

Al final del embarazo el útero está más sensible e irritable, por lo cual "frente a estímulos menores puede haber contracciones más frecuentes o fuertes", dice Sassón. Para desencadenar el parto, el obstetra prefiere usar oxitocina intravenosa, con la que se logra una respuesta "ordenada y controlada". Mientras Cedrés opina que las relaciones sexuales "son recomendables hasta que la pareja tenga ganas", algunos médicos recomiendan abstenerse durante las últimas semanas.

MITO: Después del parto, la lactancia sirve como método anticonceptivo.

FALSO.

Durante la lactancia aumenta la prolactina, inhibidora de la ovulación. Se calcula que una mujer que da de mamar de seis a ocho veces por día tiene una chance ovulatoria baja. "Hay un mecanismo fisiológico de protección a la mujer, pero no es absoluto", explica Sassón. Lo recomendable es elegir entre los métodos anticonceptivos disponibles. Están los hormonales (que en este período no pueden contener estrógenos), el preservativo o el dispositivo intrauterino, que se puede colocar en cualquier momento, incluso inmediatamente después del parto, aunque no es lo ideal.

La mayoría de las parejas sufre "un deterioro sexual muy significativo" 

Esto me pasó durante mi embarazo 

PATRICIA

"Cuando la panza estaba enorme no sabía qué posición era la mejor para no estar incómoda, además de tener la típica fantasía de que el bebé iba a sentir la penetración en su cabeza. Cerca de la fecha de parto le pregunté al ginecólogo cómo podía hacer naturalmente para que naciera. Me dijo que podía caminar o tener sexo; como no tenía fuerza para caminar, elegí la segunda opción".

INÉS

"Disfrutamos cada etapa del embarazo y nos fuimos adaptando a los cambios. Pudimos comprobar o derribar algunos mitos. 1- La libido aumenta. ¡Creo que sí! 2- Tener relaciones cerca de la fecha de parto ayuda a desencadenarlo. No fue así pero lo disfrutamos mucho. 3- Volver a tener relaciones después de la cuarentena es doloroso. El nuestro fue un reencuentro maravilloso".

ISABEL

"Al mes del parto la ginecóloga me dijo: `Cuando se vayan los puntos pueden empezar a tener relaciones`, `¡Ni loca!`, le contesté. Cuando le conté a mi marido me dijo: `Pero si todavía tenés todo roto`, una manera bastante rústica de ser comprensivo, pero lo era. Cuando ya estuve recuperada, no tenía ganas, y cuando empezaron las ganas, era tal el cansancio que no tenía energías". 

El marido, tercero en discordia 

"Después del parto, los cambios emocionales y fisiológicos que sufrió la mujer, que muchas veces son positivos para la pareja, van desapareciendo. Y además, en medio de los dos aparece un nuevo ser que ocupa parte del día, de la noche, y que además tiene cierta relación amorosa con su madre, sobre todo durante la lactancia. El marido queda como el tercero en discordia", resume el ginecólogo Alegre Sassón. Pero luego lanza una frase esperanzadora: "Con el tiempo, en general todo vuelve a la normalidad". Por eso, señala, "es enormemente importante explicarle al marido todas estos cambios físicos y emocionales que su mujer va a tener durante el embarazo, el parto y el puerperio..., y que el hombre los entienda. Tiene que aprender para poder acompañar a su pareja en el proceso que ambos están viviendo. Los reproches, en parejas que por distintos motivos no tienen solidez, a veces persisten en el tiempo".

 

La crisis de la pareja

 
 

 
GABRIELA VAZ

Ella y él llevaban poco tiempo de noviazgo cuando decidieron convivir. Al año, empezaron a hablar de casamiento. En eso andaban cuando cierto día un hecho puntual desató tal discusión que terminó con ella armando las valijas y dando un portazo. Días después, llanto y perdones mediante, volvió. Mientras intentaban que todo regresara al cauce de la normalidad, las dudas empezaron a jugar su papel. No querían separarse pero ¿estaba bien casarse en esas condiciones?
Todo eso escuchó la psicóloga Verónica Orrico cuando ella y él aparecieron para su primera sesión de terapia de pareja. La historia es real. "Al final les fue bárbaro porque consultaron a tiempo. Es un caso excepcional; es raro que vengan tan jóvenes, con tan poco tiempo juntos. Pero está bien. Yo creo que debería haber una alguna preparación para los novios. Las parejas llegan al casamiento o a la convivencia con muchos mitos, muchas creencias equivocadas. Hay una idealización del otro que después se va perdiendo. Creo que si existieran tratamientos preventivos para aquellas parejas que están dispuestas a convivir y llevar una vida juntos, se evitarían muchos divorcios", opina la especialista.
El mercado razona igual y ofrece alternativas: terapias de pareja, consultorías amorosas, encuentros religiosos, "chequeos" psicológicos. Desde todos lados se blanden herramientas para trabajar los vínculos románticos, salvar relaciones en crisis o bien ayudarlas a mantenerse con buena salud.

ENTENDERSE.

 La terapia es la herramienta más conocida entre las ayudas externas a las que puede acudir una pareja en problemas. En Uruguay no está muy popularizada. Según explicaron los expertos, suelen llegar a la consulta personas de mediana edad, con varios años de vínculo y en general con hijos. "Generalmente, cuando deciden venir es porque el conflicto que se generó en la relación se vuelve insostenible. Muchas veces consultan tan gastados que es difícil trabajar. Llegan en un momento en el que están muy cansados de la relación. Hay parejas que toman la decisión antes y generalmente son las que salen mejor paradas del proceso terapéutico", dice el psicólogo Gustavo Pierri, del Centro Terapéutico Montevideo, una clínica que trabaja con la corriente sistémica, incorporando elementos de la terapia cognitiva y del análisis transaccional.
Verónica Orrico, de la clínica Psinco, que desarrolla la corriente cognitivo-conductual, coincide: "En general las parejas vienen cuando están pensando en separarse, cuando se llevan mal, hay temas de los que ya no pueden hablar, hay distanciamiento y disminución del deseo sexual. Lo toman como último recurso, aunque deberían venir antes".
Las razones y los objetivos primarios de los consultantes, sin embargo, varían. Algunos sólo intentan complacer a su compañero/a, que es quien sugiere la terapia. Están los que esperan hallar, en el terapeuta, a un juez-aliado que le haga ver a su pareja que está equivocada, que es él (o ella) quien tiene la razón. Otros solo van para quedarse con la conciencia tranquila de que hicieron "todo lo posible" por salvar el vínculo, aunque en el fondo ya no quieran seguir. Y quedan los que llegan con la duda genuina: ¿debemos continuar juntos o no?, ¿queda algo salvable en nuestra relación de pareja?
Una de las primeras metas de la terapia es invertir la mirada. "Trabajamos la responsabilidad conjunta. Cuando vienen a demostrar que el otro está equivocado, debemos mostrar que los dos han construido esa relación, que los dos han aportado. Ellos vienen a buscar un cambio y lo primero que trabajamos es qué es lo que no quieren cambiar. Porque eso es lo que los mantiene juntos", dice Pierri.
Así como en la etapa del enamoramiento uno tiende a poner el foco sólo en las virtudes del otro, minimizando sus defectos. Cuando pasa el tiempo y los conflictos se vuelven frecuentes, la mirada se sesga hacia el otro lado: únicamente aparece lo negativo, lo que irrita o resulta insoportable. "Por eso una de las primeras tareas que pedimos es que se vuelva a observar lo positivo", cuenta por su parte Orrico.
Otros ejes terapéuticos son: entender qué es lo que uno mismo aporta al problema y qué queja del otro es válida, ponerse en su lugar e intentar mirar el mundo desde sus circunstancias y su forma de pararse en la vida. Es decir, correrse del lugar de víctima y abrirse al diálogo.
Que la buena comunicación es fundamental para toda relación humana es una verdad de Perogrullo. No obstante, da lugar al estudio. Hace un tiempo, un grupo de investigadores de la Universidad de California analizó 154 conversaciones de parejas de mediana edad y descubrió algo peculiar: discutir utilizando el pronombre "nosotros" en lugar de "yo" y "vos" ayuda a solucionar los conflictos conyugales. Sucede que "nosotros" o "lo nuestro" denota unión y no separación, y habla de la relación desde un lugar más positivo y menos hostil. El estudio incluso notó que los matrimonios infelices utilizan con más frecuencia la forma individualizada -"yo", "vos"- de expresar su frustración en las discusiones y que los que llevan muchos años juntos tienden más a hablar de "nosotros".
El ruido en la comunicación es el obstáculo omnipresente en casi todo problema amoroso o conyugal. Dora Stelzer lo confirma. Ella es una psicóloga uruguaya radicada en México, con más de dos décadas de experiencia trabajando en temas de pareja y familia. En su país lleva adelante un novedoso sistema de "chequeo" periódico de las parejas; una suerte de servicio de mantenimiento que alerta sobre qué áreas están débiles y requieren atención. Consultada por Domingo, Stelzer comenta que entre las principales luces rojas que hallan estos chequeos aparecen los desfasajes en la comunicación. "Se descubre que cada miembro de la pareja puede tener una perspectiva diferente sobre una problemática acerca de la cual ni habían hablado, y que estaba incubándose en la mente de uno de ellos. Generalmente les es difícil definir el problema y muchas veces tampoco saben cómo solucionarlo". Identificar el meollo del conflicto y que cada uno tenga claro qué siente y qué piensa el otro sobre el tema es vital para desenrollar la madeja.
Otro él y otra ella -distintos a los del principio de esta nota, pero igual de reales- son un ejemplo ambulante de la importancia de la comunicación sin ruidos. Después de tomar sesiones de una terapia de pareja que no les funcionó del todo, probaron con un movimiento católico llamado Encuentros Matrimoniales. Este consta de pasar un fin de semana en un establecimiento de la Iglesia, por lo general en el interior, donde se asiste a charlas y se generan dinámicas para trabajar el diálogo de a dos. Mientras prende un cigarro, él lo cuenta: "Llevamos siete años juntos. Éramos una pareja funcional; a los efectos de nuestro hijo, todo bárbaro. Pero entre nosotros había cero comunicación, lejanía. Hubo un problema equis hace tiempo que emparchamos con terapia. Pero los parches se desgastan y empieza a salir todo de vuelta. Como los padres de mi mujer son `encuentristas`, ella siempre me había planteado ir a uno. Yo nunca quería, pero llegó este momento y era el indicado. Era probar eso o rever la situación de la pareja. Yo soy católico pero no `ejerzo`. Al principio me sentí medio en una secta, me dio cosita. Pero después empezás a entender. Hay una guía espiritual, pero no todo está basado en eso. Te dan técnicas de comunicación. A nosotros, en la mitad del fin de semana nos hizo un `clic` y dijimos `es esto`".
El padre Conrado Löffel, un alemán que lleva más de la mitad de su vida residiendo en Uruguay, integra la organización de los Encuentros Matrimoniales desde 1989. Desde su parroquia en Mendoza Grande (Florida), explica: "Básicamente, se inicia a las parejas en una forma de diálogo y luego ellas lo aplican en su habitación. El consejo es no dejar de hablar todos los días".
Dolly Castro y Ricardo Bentancurt tuvieron su primer "encuentro matrimonial" hace 19 años. En ese momento llevaban siete años juntos y tenían dos hijos más otro en camino. Dolly cuenta que la decisión de asistir al movimiento religioso no se debió a ningún conflicto puntual, ni siquiera a llevarse mal. "Estábamos bien en el sentido de que no peleábamos. Vivíamos la rutina. Era como que se había apagado lo del principio pero sentíamos que ta, era así. Cuando profundizás y ves que hay métodos para volver a tener el amor que uno siente cuando está de novio, te das cuenta que el matrimonio se puede vivir mucho mejor". Después de asistir al fin de semana, Dolly y Ricardo, ambos de 52 años, se volvieron activos integrantes del movimiento. Hoy son una de las parejas que ofician de anfitriones en los encuentros y dan las charlas en los talleres posteriores.
¿Qué es lo que se enseña concretamente en estos encuentros? Los consultados prefieren no explicitarlo para alentar a las parejas a vivir la experiencia, pero repiten que son simplemente técnicas de comunicación para fortalecer el diálogo.
Los terapeutas de pareja, en cambio, revelan algunas de las estrategias que más recomiendan en las sesiones. En lo relativo a la comunicación, especifica Orrico, se les aconseja que cuando discutan lo hagan con ciertas reglas o acuerdos previos, por ejemplo: no interrumpirse o, antes de dar la opinión, repetir lo que dijo el otro para asegurar que lo entendieron bien.
En algunas ocasiones, señala por su parte Pierri, se propone un "ensayo de separación", también sujeto a reglas: se estipula equis tiempo para vivir en casas distintas pero arreglando lo económico entre los dos, se arregla cómo se tratará el tema con los hijos, se acuerda un marco si quieren salir con terceros, se fijan encuentros entre ellos y se aclara que durante ese lapso no se pueden tomar decisiones definitivas. El marco de la terapia brinda la contención y seguridad necesarias para llevar adelante estos acuerdos.
 

PROBLEMAS TENEMOS TODOS.

 Es verdad que a veces los conflictos propios parecen los peores. Y también que lo que aprendemos desde chiquitos es que el amor verdadero es aquel en el que todos los días se comen perdices. Pero basta un poco de sentido común y vida vivida para saber que no es así. "Seamos claros: conflictos existen en toda relación y siempre van a existir", dice el psicólogo Pierri, y añade: "Se trata de personas diferentes, historias diferentes, expectativas diferentes, momentos vitales diferentes, formas de decodificar el mundo diferentes. Por tanto, la pareja debe romper con la idea de que eso no debe pasar. El ideal del amor romántico al que estamos acostumbrados tiene una serie de pautas de lo que debe ser una relación de pareja. Tratamos de demostrar que la discrepancia es parte de las relaciones. El tema es cómo se llevan los conflictos, que siempre van a estar. Lo que hay que trabajar son los problemas que `traban` la relación".
Fina y Coco Tocar saben algo del asunto. Se conocieron y enamoraron cuando ella tenía 18 años y él, 19. Hoy cuentan 82 y 83 primaveras, respectivamente. En este 2012 cumplen 60 años de casados. Tienen dos hijos y cinco nietos. Aunque son una pareja forjada en un modelo que ha quedado atrás -él, jefe de familia; ella, ama de casa- tienen claro que, en cualquier época y bajo cualquier circunstancia, una relación saludable requiere esfuerzo y trabajo. Se lo aclaran a las personas que abren grandes los ojos cuando escuchan la cantidad de tiempo que llevan juntos y, sobre todo, los notan felices, a gusto. "El matrimonio es una sociedad. Hay que llevarse con mucha paciencia y tolerancia. Hay que quererse y perdonar muchas cosas. Uno tiene que aprender", dice Fina. Y como si nada, como al pasar, da cátedra sin darse cuenta: "Cuando en la pareja hay solidez y cimientos, puede andar, porque problemas hay en todo matrimonio. Si uno quiere buscar lo malo, lo encuentra. Hay que buscar lo positivo, lo real. La vida sigue su curso. El amor puede durar toda la vida". 

"Chequeo periódico" de la relación puede prevenir problemas 


"Así como el cuerpo necesita de cuidados preventivos y un chequeo periódico, la relación de pareja requiere fortalecer su salud", explica la psicóloga Dora Stelzer, quien reside en México, donde implementa un original sistema de "chequeo" de estos vínculos. "La idea surge al ver tantos divorcios y analizar que cuando la gente llega a terapia, generalmente ya es tarde y se han lastimado mucho, entre ellos y a sus hijos", explica la profesional, que tiene 20 años de experiencia en terapia de pareja y familia. En esta suerte de servicio de mantenimiento, que se aplica en varios países hace tiempo, la pareja en cuestión no espera que surjan grandes problemas para consultar. "Es preventivo". Si uno de los dos no está a gusto con algo, solicitan un chequeo de la relación para así "mejorar las áreas problemáticas", explica Stelzer. Concretamente, se les realiza cuatro entrevistas, de dos horas cada una, en las que responden a un cuestionario múltiple opción. Allí "salen a la luz las debilidades y fortalezas de la relación desde el punto de vista de cada miembro de la pareja. Es muy significativo cómo cada uno ve la situación", dice la psicóloga. En base a las respuestas recibidas, la profesional brinda algunas recomendaciones o bien sugiere sesiones de terapia. Para Stelzer, las señales de que una pareja tiene menos chances de funcionar a largo plazo pueden ser: que piensen que las dificultades se solucionarán solas con el tiempo, que evadan los problemas en lugar de enfrentarlos, que minimicen el sentir de la pareja sobre ciertos temas, que utilicen la agresión o que no lleguen a acuerdos negociados. No obstante, Stelzer aclara que "no hay parejas buenas o malas, están las que funcionan y otras disfuncionales. Hoy en día existe mucha investigación sobre las características de las parejas `exitosas` y podemos aprender de esto". 

Encuentros matrimoniales 


En 1952, el padre Gabriel Calvo, que trabajaba con niños en Barcelona, notó que los chicos más conflictivos tenían padres que atravesaban problemas maritales. Decidió entonces crear una serie de charlas para mejorar la relación de las parejas y así influir en el comportamiento de los niños. Con el tiempo, el método agregó elementos y se extendió a todo el mundo. Así nació el movimiento católico conocido como "Encuentro Matrimonial". En Uruguay, el primero tuvo lugar en febrero de 1980. 

Algunas premisas a tener en cuenta en una relación

 


Cuando una pareja tiene problemas, la responsabilidad es compartida en el 99% de los casos.
Es fundamental pensar en qué NO se desea cambiar y cuál es la razón para seguir juntos.
Cada parte debe pensar qué aporta al conflicto y qué queja del otro es válida; ponerse en el lugar del otro y tratar de entender.
La buena comunicación es fundamental en todo vínculo humano. Hay que buscar espacios y tiempos de tranquilidad para escucharse; no con la tele prendida o los nenes alrededor.
Las parejas, aun las que llevan muchos años, deben darse tiempo para estar solos y hacer actividades gratificantes, ya sea salir al cine, a comer o tener un encuentro sexual.
Es importante desarrollar redes de amistad con otras parejas, reunirse. Comentar los problemas hace que situaciones que parecen únicas se naturalicen.
Hay que desterrar el ideal del amor romántico; conflictos habrá siempre, como en todo vínculo.
Si luego de intentarlo todo, siguen los problemas, quizás se puede aceptar que la pareja ya no funciona y pensar en la separación.